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03 diciembre 2012

Boletín Número 6


¿Qué es el Anarquismo?
[Parte 2 de 2]


Como hemos dicho en el número anterior, no existe un solo tipo de anarquismo, sino que hay varios tipos de anarquismos, y sus ideas difieren respecto a la organización de una nueva sociedad. Todos tienen en común que el estado deber ser sustituido por una sociedad sin clases y sin violencia. Por este motivo vamos a analizar los orígenes y diferencias de las dos corrientes mas aceptadas dentro del anarquismo; el Colectivismo y el Comunismo Libertario, siendo estas consideradas por muchos como las que mas se acercan al concepto propio de anarquía:

“El Colectivismo;

Mikjaíl Bakunin comparte en gran medida con Karl Marx su crítica y análisis del sistema capitalista de su tiempo (siendo Bakunin el responsable de traducir “El Capital” al ruso), además de la opinión de la necesidad de una revolución social por parte de la clase trabajadora, que aboliera la sociedad de clases y, por tanto, las desigualdades sociales. Sin embargo, Bakunin difiere de Marx en la forma de llegar a esa sociedad igualitaria.

Mientras que para Marx y Engels era necesario que los obreros se hicieran con el poder político, imponiendo una dictadura del proletariado hasta que la clase obrera estuviera preparada para hacerse directamente con los medios de producción y la burguesía no pudiera volver a surgir como clase privilegiada, aboliéndose entonces el Estado y entrando en la última fase histórica: El Comunismo, para Bakunin el Estado representaba un elemento que no solo era utilizado como herramienta por las clases dominantes, tal y como defendía el marxismo, sino que además era garante de que siempre hubiera una clase dominante. De esa forma, el Estado socialista conduciría inevitablemente al resurgimiento de una nueva clase privilegiada, encarnada en la burocracia.
Por ello, Bakunin defiende una revolución que, a la vez que elimina el Estado como poder político centralizado, pone los medios de producción directamente en las manos de los trabajadores según un sistema de organización social denominado colectivismo. Según el colectivismo, los medios de producción pertenecen a las colectividades de trabajadores libremente federadas entre sí, estando así el poder descentralizado y no en manos de una elite o vanguardia. El trabajo se reparte desde la colectividad mediante mecanismos de democracia directa, como asambleas o consejos de trabajadores.

En cuanto a la producción, el criterio colectivista establecía que debía dársele a cada cual el fruto íntegro de su trabajo. De tal forma, si un obrero producía 100 (descontando el coste de los servicios públicos de la colectividad y del mantenimiento de los medios de producción), 100 se le pagarían. De esta forma, al obrero no se le extraería la plusvalía, acabando con la explotación del sistema capitalista (cosa que no remediaba el Estado socialista) y éste podría satisfacer sus necesidades con el fruto de su trabajo.

La aplicación práctica del sistema colectivista pudo verse en las colectividades que surgieron durante la revolución española entre el 36 y el 38, principalmente en Cataluña y Aragón. En estas colectividades (aunque nominalmente se proclamaba el comunismo libertario) se impuso, por la escasez de la guerra, un sistema colectivista en la que a cada trabajador la colectividad le repartía vales según su producción, que luego podía utilizar para adquirir productos. La principal crítica al sistema colectivista la encontramos en el comunismo libertario. Los comunistas libertarios consideraban que el colectivismo no tenía en cuenta las necesidades de aquellos que no podían asegurarse la subsistencia por sus propios medios (Niños, inválidos o ancianos) y que, además, siendo el trabajo una actividad social, no podía su producción dividirse conforme al esfuerzo individual.

El Comunismo Libertario;

Se denomina comunismo libertario o anarcocomunismo a la tercera de las grandes corrientes del anarquismo societario. Durante el periodo de la I internacional las ideas colectivistas de Bakunin se habían difundido, haciéndose mayoritarias entre los anarquistas. Sin embargo, uno de sus discípulos, Carlo Cafiero, pondría en tela de juicio la teoría colectivista. En “Anarquía y Comunismo”, editado en 1880, Cafiero es el primero en advertir que el mantenimiento de un reparto individual de la producción producirá diferencias económicas indeseables debido a la acumulación de riqueza en los más capaces, y ésto podría causar diferencias sociales contrarias a la sociedad libertaria.

Posteriormente sería el ruso Kropotkin (1842-1921) quien desarrollaría la teoría de Cafiero. Para Kropotkin la cooperación tenía un sentido natural, tal como expone en su libro “El apoyo mutuo, un factor de la evolución”, en el que critica al darwinismo social, estableciendo que el éxito de una especie depende en gran medida del grado de apoyo mutuo al que lleguen entre sí sus individuos. Así, el ser humano, siendo la especie más exitosa, es también la más tendente a alcanzar un alto grado de cooperación social, tendiendo naturalmente hacia el comunismo.

De igual modo, para Kropotkin no tiene sentido la repartición de la producción según valor-trabajo. La producción es un proceso social, solo comprensible como fruto de los esfuerzos de la sociedad entera, y no puede por tanto ser dividida de forma individual. Expondría Kropotkin en “La conquista del pan” y “Campos, fábricas y talleres” los principios puntos de la sociedad comunista: Abolición de la propiedad privada de los medios de producción y del fruto de esa producción, que queda en manos de una comuna en la que están integrados todos los miembros de la sociedad y que se rige mediante mecanismos asamblearios y de democracia directa.

La sociedad se regirá según los principios de “De cada cual según su capacidad” (Todo el que pueda trabajar debe hacerlo en la medida de sus posibilidades) y “a cada cual según su necesidad” (La producción no se reparte ya por el mérito, sino por la necesidad, pudiendo tomar uno cuanto necesite de lo abundante, y racionalizándose lo escaso). Dentro del comunismo libertario cogería el testigo el italiano Errico Malatesta (1853-1932) criticando de Kropotkin que el comunismo libertario no puede explicarse como producto de la evolución natural (Pues la dominación también crea sociedades prósperas), sino como producto de la evolución y el progreso social. El ser humano se forma socialmente y no tiende por naturaleza al comunismo.

Además, considera que el comunismo libertario, si bien es la sociedad a la que hay que aspirar, no puede aplicarse directamente tras derribar al Estado, siendo necesaria una fase colectivista que tienda progresivamente hacia el comunismo. Malatesta es también muy crítico con el anarquismo individualista, considerando que podría causar una sociedad en la que nada garantiza que no se repita la opresión. Es el comunismo libertario, en el que toda la sociedad está integrada en un todo, lo que garantiza por medios materiales y sociales la solidaridad entre los individuos. El comunismo libertario tendrá especial aplicación entre las revoluciones sociales de Europa oriental, la revolución mexicana (magonistas y zapatistas) y algunas colectividades españolas.”

Extraído de los talleres de formación de la ALE (Asamblea Libertaria de Estudiantes) de Zaragoza.
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19 noviembre 2012

Boletín Número 5



¿Qué es el Anarquismo?
[Parte 1 de 2]


Antes de decir lo que es el anarquismo, quiero decir lo que no es. Esto es necesario, porque se ha difundido mucha falsedad sobre el anarquismo. Incluso personas inteligentes con frecuencia tienen nociones enteramente erróneas sobre él. Algunas hablan sobre el anarquismo sin saber absolutamente nada de él. Y algunos mienten sobre el anarquismo, porque no quieren que sepas la verdad sobre él.

Por ello tengo que decirte, antes que nada, lo que NO ES el anarquismo: No es las bombas, el desorden o el caos, No es el robo y el asesinato, No es una guerra de todos contra todos, No es un retorno a la barbarie o al estado salvaje del hombre.

El anarquismo es precisamente lo opuesto a todo esto. El anarquismo significa que tú serías libre, que nadie te esclavizaría, ni sería tu jefe, ni te robaría, ni se impondría a ti. Significa que tú serías libre para hacer las cosas que deseas hacer y que tú no serías obligado a hacer lo que no quieres hacer. Significa que tú tendrías una oportunidad para escoger el género de vida que deseas vivir y vivirla sin ninguna interferencia. Significa que el otro individuo tendría la misma libertad que tú, que cada uno tendría los mismos derechos y libertades. Significa que todos los hombres son hermanos y que vivirían como hermanos, en paz y armonía.

Es decir, que no habría guerra ni violencia empleada por un grupo de hombres contra otro, ni monopolio, ni pobreza, ni opresión, ni sacar ventaja de tu prójimo. En una palabra, anarquismo significa una condición o sociedad donde todos los hombres y mujeres son libres, y donde todos disfrutan igualmente los beneficios de una vida ordenada y sensata.

Quizás la definición de Anarquismo que mas destaca es la echa por el teórico ruso Piotr Kropotkin, que fue realizada en 1905 a petición de la Enciclopedia Británica para incluirla en su onceava edición, y de la cual se añade  una parte a continuación:

ANARQUISMO (del griego an-, y arke, contrario a la autoridad), es el nombre que se da a un principio o teoría de la vida y la conducta que concibe una sociedad sin gobierno, en que se obtiene la armonía, no por sometimiento a ley, ni obediencia a autoridad, sino por acuerdos libres establecidos entre los diversos grupos, territoriales y profesionales, libremente constituidos para la producción y el consumo, y para la satisfacción de la infinita variedad de necesidades y aspiraciones de un ser civilizado.

En una sociedad desarrollada sobre estas directrices, las asociaciones voluntarias que han empezado ya a abarcar todos los campos de la actividad humana adquirirían una extensión aún mayor hasta el punto de sustituir al Estado en todas sus funciones. Representarían una red entretejida, compuesta de una infinita variedad de grupos y de federaciones de todos los tamaños y grados, locales, regionales, nacionales e internacionales, temporales o más o menos permanentes, para todos los objetivos posibles: producción, consumo e intercambio, comunicaciones, servicios sanitarios, educación, protección mutua, defensa del territorio, etcétera; y, por otra parte, para la satisfacción de un número creciente de necesidades científicas, artísticas, literarias y de relación social.

Además, tal sociedad no se pretendería inmutable. Por el contrario, como sucede en todo el conjunto de la vida orgánica, derivaríase la armonía de un ajuste y reajuste perpetuo y variable del equilibrio de la multitud de fuerzas e influencias, y este ajuste se obtendría, dicho brevemente, sin que ninguna fuerza gozase de la protección especial del Estado.

Si la sociedad, según esto, se organizase conforme a estos principios, no se vería el hombre limitado, en el libre ejercicio de su capacidad de trabajo productivo, por un monopolio capitalista sostenido por el Estado; ni en el ejercicio de su voluntad por miedo al castigo, o por obediencia a entidades metafísicas o a individuos que llevan ambos a la disminución de la iniciativa y al servilismo intelectual. El hombre se guiaría por su propia razón, que llevaría necesariamente la huella de la acción y reacción libres de su propio yo y las concepciones éticas del medio. El hombre podría así alcanzar el desarrollo pleno de todas sus potencias, intelectuales, artísticas y morales, sin verse obligado a trabajar agotadoramente para los monopolistas, ni trabado por el servilismo y la inercia intelectual de la gran mayoría. Podría así alcanzar la plena individualización que no es posible ni bajo el sistema de individualismo actual, ni bajo ningún sistema de socialismo de Estado del llamado Volkstaat (Estado popular). [...]”

«Sería posible», dices una vez leído lo anterior, «si pudiéramos prescindir del gobierno. ¿Pero podemos?» Tal vez la mejor manera de responder a tu pregunta es examinar tu propia vida.

¿Qué papel desempeña el gobierno en tu existencia? ¿te ayuda a vivir? ¿te alimenta, viste y te proporciona cobijo? ¿tienes necesidad de él para tu trabajo o diversión? Si estás enfermo, ¿llamas al médico o al policía? ¿puede proporcionarte el gobierno mayor habilidad de la que te ha concedido la naturaleza? ¿te puede liberar de la enfermedad, de la vejez, de la muerte? Considera tu vida diaria y encontraras que en realidad el gobierno no es ningún factor en ella, a no ser cuando comienza a interferir en tus asuntos, cuando te obliga a hacer ciertas cosas o te prohíbe que hagas otras. Te fuerza, por ejemplo, a que pagues impuestos y a que lo sostengas, lo desees o no. Te hace vestirte un uniforme y unirte al ejército. Invade tu vida personal, te da órdenes en ella, te coacciona, te prescribe tu comportamiento y generalmente te trata como le da la gana. Te dice incluso lo que tienes que creer y te castiga por pensar y actuar de otro modo. Te manda lo que tienes que comer y beber, y te encarcela o ejecuta por desobediencia. Manda y domina en cada etapa de tu vida. Te trata como a un crío malo o como a un niño irresponsable que necesita la mano fuerte de un guardián, pero si desobedeces te considera, sin embargo, responsable.

Un error típico de aquellos que saben algo más sobre el tema, es pensar que el anarquismo es una bella utopía, una idea hermosa pero impracticable. De hecho, el movimiento anarquista tiene un largo recorrido histórico y no surgió de teóricos encerrados en sus torres de marfil, sino directamente de la lucha por la supervivencia de masas de gente corriente y oprimida. La anarquía siempre ha sido intensamente práctica en sus pretensiones y en su forma de hacer las cosas. El movimiento ha estado muy cerca de abrazar el éxito en varias ocasiones. Si realmente es tan de todo punto inviable, ¿por qué se empeña el Estado en exterminar la anarquía?

Cabe mencionar que no existe un solo tipo de anarquismo, sino que hay varios tipos de anarquismos, y sus ideas difieren respecto a la organización de una nueva sociedad. Todos tienen en común que el estado debe ser sustituido por una sociedad sin clases y sin violencia. Por este motivo en el siguiente número analizaremos las dos corrientes mas aceptadas dentro del anarquismo; el Colectivismo y el Comunismo Libertario, siendo para muchos el primero un paso previo para llegar al segundo.

Este texto contiene partes literales o modificadas del libro; “El ABC del comunismo libertario” de Alexander Berkman, y de la definición de Anarquismo para la Enciclopedia Británica, de Piotr Kropotkin.
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06 noviembre 2012

Boletín Número 4


¡Compañeras!  ¡Compañeros!
[Parte 4 de 4]


Tras demostrar en el anterior boletín  que eso que llaman “Crisis” no es mas que una gran estafa, nos hacíamos una serie de preguntas;

¿Y si los empresarios capitalistas no tuvieran el respaldo del gobierno para proteger sus intereses? ¿y si los trabajadores, tanto manuales como intelectuales, es decir, el proletariado, expropiaran las fábricas, talleres, maquinaria, campos... para su libre uso? ¿y si en vez de obedecer las órdenes capitalistas del gobierno nos organizáramos en comités para garantizarnos tanto la fabricación, como la distribución y consumo justo de los productos que garanticen nuestro bienestar?

En este caso, ¿haría falta un gobierno o el uso del dinero? ¿cómo podríamos garantizar una producción y reparto de los bienes de una forma justa?

Como hemos visto, el gobierno no nos protege a los trabajadores, al proletariado, sino que lo único que hace es garantizar la existencia de un sistema basado en la sustentación de un grupo de personas a costa del trabajo de otras, repartiendo las riquezas de forma que el que no trabaja goza del producto del trabajo de las otras.

A la pregunta sobre la necesidad del uso del dinero, si los trabajadores producen bienes para ellos mismos, razonablemente es absurdo realizar la compraventa de ellos. Es como si plantaras verduras y te cobraras y pagaras a ti mismo para poder consumirlas.

Por último, la posesión colectiva, dirigida de un modo cooperativo en interés de la comunidad, sustituirá a la propiedad privada dirigida privadamente para la ganancia. De este modo, por ejemplo, tu reloj es tuyo propio, pero la fábrica de relojes es del pueblo. La tierra, la maquinaria y todos los servicios públicos serán propiedad colectiva, que no se puede comprar ni vender. El uso actual será considerado el único título; no la propiedad sino la posesión. La organización de los mineros de carbón, por ejemplo, estará encargada de las minas de carbón, no como propietarios, sino como un medio de hacerlas funcionar.

A esto hay que sumarle una igualdad de oportunidades a la hora de consumir los bienes, es decir, para cada uno lo que necesite. Esto significa que, por ejemplo; si Juan desea sólo tres comidas, mientras Samuel necesita cinco, la cantidad que cada uno consume puede ser desigual, pero ambos serán perfectamente iguales en cuanto a la oportunidad que cada uno tiene de consumir tanto como necesite, tanto como su naturaleza particular exija.

A su vez, se asegurará un reparto de las tareas acorde a las posibilidades de cada uno, es decir, que cada uno haga lo que pueda. Por ejemplo, no se le pedirá a un niño o un anciano, una tarea en la que se necesita un estado físico equivalente al de una persona de 25 años.

Una vez visto el ¿Por qué? de la situación en la que estamos, y aclarado como podríamos vivir sin tener que pasar nunca más por ella, solo nos queda saber el ¿Cómo? y es aquí donde mas discrepancias surgen. Unos dicen que lo mejor es elegir a un grupo de trabajadores y que de forma organizada, se presenten a unas elecciones.

Pero esta medida es criticada fuertemente debido a que una vez en el poder, estos trabajadores que en el primer momento tendrían unas ideas justas y nobles, se corromperían al experimentar las funciones de un Gobierno. Y la verdad, es que es así, ya que al salir elegidos en las elecciones, estos, defienden la formación de un Gobierno que imponga el predominio de los trabajadores, del proletariado, sobre el resto, dando igual las opiniones y métodos para conseguir los objetivos finales de bienestar propio y mutuo. Con otras palabras, estos defienden que el fin justifica los medios.

De igual forma, hay otras personas que defienden totalmente lo contrario, que los medios justifican el fin. Y son estos los que proponen como medio para llegar a ese deseado estado de bienestar, la culturalización, la difusión de la idea de que un mundo mejor es posible mediante el apoyo mutuo, el poner en conocimiento de las personas que si nos autoorganizamos y expropiamos los medios de producción, los de transportes... y somos nosotros los que garantizamos nuestra propia igualdad a la hora de consumir el producto de nuestro trabajo, entonces ya no necesitamos al estado ni a los capitalistas.

Una vez hecho esto, de forma natural, bien mediante un alzamiento popular, una huelga general revolucionaria o cualquier otro método que implique a la mayoría de la humanidad, o en su defecto a la mayoría de una comunidad, región, país... el ser humano podrá finalmente gozar de una vida plena en la que poder satisfacer sus necesidades básicas y no tan básicas, dedicándose libremente a las tareas que mas placer le produzcan sin tener que perjudicarse unos a los otros para obtención de tal fin.

Conocido todo esto, quizá se te ocurra: «¡al diablo las cuestiones prácticas! ¡mi vida es cómoda tal y como está! Mi mente y gozo están en el conocimiento, en las letras, en la música, en las matemáticas, en la comprensión de leyes que rigen el universo...  me gusta el trabajo que tengo y tengo un salario elevado, así que, ¡déjame consagrarme en las especulaciones científicas y centrarme en mi trabajo!»

Esto seguramente puede producir un goce individual, una abstracción de la sociedad y sus males. Pero siendo así, yo pregunto: ¿en qué se diferencia el filósofo, científico, músico... dedicado a pasar la vida todo lo agradablemente posible, del borracho que solo busca en la bebida la inmediata satisfacción de un placer? Indudablemente los primeros han tenido mejor acierto cuando a la elección de goce, que es más duradero que el del borracho; pero esto es la sola diferencia; uno y otro tienen la misma mirada egoísta y personal.
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En estos cuatro primeros números, hemos hecho un análisis sobre la situación actual. Primero buscamos el origen, después reflexionamos a cerca de cual es la solución, y por último comentamos brevemente los métodos para llegar a ella.  Una vez entendido todo esto, es ahora cuando probablemente te asalten muchas preguntas y dudas, y es por este motivo que te invito a indagues en internet, que busques respuestas, que las compartas con nosotros enviándonoslas a nuestro correo, para que así en los próximos números de “La Urraca Ácrata”, podamos resolverlas o por lo menos intentarlo.

De igual manera, en los siguientes boletines, nos iremos centrando en diversos temas e iremos analizando cada uno de ellos. Algunos ya fueron mencionados, pero los trataremos mas profundamente para solventar el mayor número de dudas al respecto.

¡Salud Compañeras y Compañeros!

Este texto contiene partes literales o modificadas del libro; “El ABC del comunismo libertario” de Alexander Berkman, y del “A los jóvenes” de Piotr Kropotkin.
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22 octubre 2012

Boletín Número 3


¡Compañeras!  ¡Compañeros!
[Parte 3 de 4]



En el anterior boletín llegamos a la conclusión de que la razón por la cual nos convertimos en esclavos asalariados, sin tener la mínima posibilidad de poder defender y elegir lo que queremos hacer con nuestras vidas, es porque el Gobierno mantiene la “ley y el orden” protegiendo así al empresario capitalista.

Pero después de decirme que eso lo entendías, me preguntaste: «¿qué tiene que ver esto con la “Crisis”?», a lo que yo ahora te respondo:

El sistema industrial capitalista no produce para las necesidades del pueblo, produce para la ganancia. Los industriales no producen mercancías porque la gente las necesite y no producen tantas cuantas se necesitan. Producen lo que esperan vender y vender con una ganancia.

Si tuviéramos un sistema sensato, produciríamos las cosas que la gente necesita y la cantidad que necesita. Supón que los habitantes de una cierta localidad necesitaran 1.000 pares de zapatos, y supón que tuviéramos 50 zapateros para ese trabajo. Entonces en un trabajo de 20 horas esos zapateros producirían los zapatos que necesita nuestra comunidad, por ejemplo.

Pero el fabricante de calzado actual no sabe y no se preocupa de cuántos pares de zapatos necesitan. Miles de personas pueden necesitar unos zapatos nuevos en tu ciudad, pero no pueden permitirse el comprarlos. Por eso, ¿para qué necesita el fabricante conocer quién necesita zapatos? Lo que necesita saber es quién puede comprar los zapatos que él hace, cuántos pares puede él vender con ganancia.

¿Qué sucede? Bien, él hará que se produzcan aproximadamente tantos pares de zapatos como piensa que será capaz de vender. Hará lo posible por producirlos tan baratos y venderlos tan caros como pueda, de modo que saque una buena ganancia. Por consiguiente, empleará tan pocos obreros como sea posible para producir la cantidad de zapatos que necesita y los hará trabajar tan “eficientemente” y tan duramente como pueda obligarles a ello.

Ves que la producción para la ganancia significa largas jornadas y menos personas empleadas que lo que sería la producción para el uso.

Este es el sistema de producción para la ganancia y por eso el “Capitalismo” siempre tiene que tener parados.

Pero sigue examinando este sistema de producción para la ganancia y verás que este mal
básico hace funcionar otros cien males.

Sigamos con el fabricante de calzado de tu ciudad. No tiene medio para saber, como ya he indicado, quién será o no será capaz de comprar sus zapatos. Hace una conjetura grosera, él calcula, y decide producir, digamos, 50.000 pares. Luego pone su producto en el mercado. Es decir, el comerciante al por mayor, el agiotista y el detallista los tienen a la venta.

Supón que sólo se venden 30.000 pares; 20.000 pares permanecen disponibles. Nuestro fabricante, incapaz de vender el saldo en su propia ciudad, intentará disponer de él en alguna otra parte del país. Pero los fabricantes de calzado allí han tenido también la misma experiencia. Por tanto, no pueden vender todo lo que han producido. La oferta de zapatos es mayor que la demanda de ellos, según te dicen. Tienen que disminuir la producción. Esto supone el despido de algunos de sus empleados, incrementando de esta manera el ejército de parados.
“Sobreproducción” denominan a esto. Pero en verdad no es en modo alguno sobreproducción. Es bajo consumo, porque hay mucha gente que necesita zapatos nuevos, pero que no pueden permitirse el comprarlos.

¿El resultado? Los almacenes están repletos de los zapatos que el pueblo necesita pero que no puede comprarse; las tiendas y las fábricas cierran por un “exceso de oferta”. Lo mismo ocurre en otras industrias. Te dicen que hay una “Crisis” y que tienen que reducirse tus salarios.
Reducen tus salarios, te dejan trabajar sólo una parte de la jornada o pierdes tu trabajo del todo. De esta manera arrojan de su empleo a miles de hombres y mujeres. Sus salarios se acaban y no pueden comprar el alimento y las otras cosas que necesitan. ¿Es que no se tienen esas cosas? No, al contrario; los almacenes y grandes tiendas están llenas de ellas, hay demasiadas, hay “sobreproducción”.

De este modo el sistema capitalista de producción para la ganancia desemboca en una
situación disparatada:

1) La gente tiene que morirse de hambre, no porque no haya suficiente alimento, sino porque hay demasiado; tienen que prescindir de las cosas que necesitan, porque hay demasiadas cosas disponibles;

2) Porque hay demasiado, se disminuye la producción industrial, arrojando del trabajo a
millares;

3) Al encontrarse fuera del trabajo y, por consiguiente, al no ganar, estos millares pierden su capacidad de compra, como resultado de esto sufren el tendero, el carnicero, el sastre, etc. Esto supone un incremento general del paro, y la “Crisis” se empeora.

Bajo el “Capitalismo” esto ocurre en cada industria.

Tales “Crisis” son inevitables en un sistema de producción para la ganancia. Ocurren de vez en cuando; retornan periódicamente, y siempre se hacen peores. Privan a miles y a cientos de miles del empleo, causando la pobreza, la angustia y una miseria indecible. Tienen como resultado la bancarrota y las quiebras bancarias que se tragan todo lo poco que el trabajador ha ahorrado en tiempos de “prosperidad”. Causan necesidad e indigencia, empujan a la gente a la desesperación y al crimen, al suicidio y a la locura.

¿Aún sigues pensando que esto es una “Crisis”, o por fin te das cuenta de que esto es una Estafa? ¿ves por fin que este sistema lo único que hace es aprovecharse de una gran mayoría para favorecer a unos pocos? ¿no sería mejor apoyarnos mutuamente para conseguir un bienestar común? ¿y si los empresarios capitalistas no tuvieran el respaldo del gobierno para proteger sus intereses? ¿y si los trabajadores, tanto manuales como intelectuales, es decir, el proletariado, expropiaran las fábricas, talleres, maquinaria, campos... para su libre uso? ¿y si en vez de obedecer las órdenes capitalistas del gobierno nos organizáramos en comités para garantizarnos tanto la fabricación, como la distribución y consumo justo de los productos que garanticen nuestro bienestar?

En este caso, ¿haría falta un gobierno o el uso del dinero? ¿cómo podríamos garantizar una producción y reparto de los bienes de una forma justa? La respuesta a estas y otras preguntas en el siguiente boletín, no te lo pierdas.

Este texto contiene partes literales o modificadas del libro; “El ABC del comunismo libertario” de Alexander Berkman.
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08 octubre 2012

Boletín Número 2


¡Compañeras!  ¡Compañeros!
[Parte 2 de 4]



En el anterior número de este boletín, terminé con el razonamiento de que si el empresario no construyó la fábrica, no trabaja en ella, no diseño ni construyó la maquinaria, no hizo aparecer la tierra que explotan los agricultores y de la cual es legalmente el dueño, al igual que lo es de la fábrica, maquinaria... ¿por qué todo eso es suyo? ¿por qué no podemos nosotros los trabajadores utilizarlo de forma conjunta para asegurarnos un bienestar mutuo?...

Al cual le seguía tu contestación: «¡Porque el empresario sabe como tiene que funcionar todo! ¡sin él, los trabajadores estarían todavía en el sofá de casa mirando la televisión! Por ejemplo, ¿quién contrata a los Ingenieros para hacer un puente? ¡El empresario, sin él los trabajadores no sabrían ni por dónde empezar!».

Bien, la verdad es que estás totalmente equivocado, como ya te dije en el anterior boletín, ya que cuando digo trabajadores, no solo me refiero a los trabajadores manuales, sino también a los trabajadores intelectuales, esos que sacrificaron tanto tiempo dedicándoselo al estudio, esos que pudieron costearse una formación gracias al trabajo de otros, esos que tuvieron el “privilegio” de tener la posibilidad de ganar un salario elevado. Y cuando digo trabajador manual, no es que me refiera a una persona que solo obedezca órdenes, ya que en cualquier trabajo es necesario tanto el cerebro como las manos. El carpintero, por ejemplo, debe calcular, medir e imaginar durante el curso de su tarea, él tiene que usar tanto las manos como el cerebro.

En realidad, el trabajador intelectual está incluso más subordinado a su amo capitalista que el hombre del pico y la pala. Este último tiene, si cabe, mas facilidades a la hora de cambiar su lugar y su empleo. Si no le interesa trabajar para un determinado patrón puede buscar otro. El trabajador intelectual, el proletario intelectual, por el contrario, es mucho más dependiente de su empleo particular. Su esfera de actuación es más limitada. Al no estar capacitado para ningún oficio y al ser físicamente incapaz de servir como un jornalero, por lo general está confinado a un campo comparativamente estrecho.

Queda claro entonces que no constituye diferencia alguna si uno se gana su sustento con sus manos o con su cabeza, es más, se requiere la aplicación de ambos en toda clase de esfuerzo.

«¡Pero tú mismo lo acabas de decir! ¡los trabajadores intelectuales tienen la posibilidad de tener un salario elevado! ¡a ellos no les afecta que el proletariado manual tenga un menor salario, tienen una mentalidad elitista, de empresario, es decir, capitalista, burguesa!»

Es verdad; el proletariado intelectual generalmente tiene una actitud burguesa hacia las cosas. ¿Pero no tienen también una mentalidad burguesa la mayoría de los obreros? Esto significa meramente que ambos están impregnados de prejuicios autoritarios y capitalistas.

«¡Pero de todas formas el empresario sigue siendo el propietario de las fábricas, talleres, maquinaria, campo...!» Bien, creo que hemos llegado a un punto clave: ¿Cómo es posible que el empresario capitalista pueda poseer todos esos bienes si no los construyó,  ni trabajó, ni trabaja en ellos? Pues la respuesta vuelve a ser muy sencilla, lo protege el Estado y la ley. Y pensarás: «¡Pero si es el Estado y la ley son los que mantienen el orden y tu libertad!»

La libertad que te dan en el papel, que está escrita en los libros de leyes y en las constituciones, no te proporciona bienestar alguno. Una libertad así significa tan sólo que tienes el derecho de hacer una cosa determinada. Pero no significa que puedes hacerla. Para ser capaz de hacer algo, tienes que tener la oportunidad, la ocasión.

Tienes el derecho de comer tres estupendas comidas al día, pero si no tienes los medios, la oportunidad para conseguir esas comidas, entonces ¿de qué te sirve ese derecho?

De este modo, la libertad significa realmente la oportunidad de satisfacer tus necesidades y deseos. Si tu libertad no te proporciona esa oportunidad, entonces no te sirve de nada. La libertad real significa oportunidad y bienestar. Si no significa eso, no significa nada.

Preguntas: «¿y el Orden?» A lo que sigue mi respuesta: «¿Qué orden? ¿el que permite que tú te mueras de hambre si no tienes dinero? ¿el que permite que te roben los empresarios capitalistas con ese cuento que llaman salario? ¿el que cuando el pueblo alza la voz para mostrar su desacuerdo, manda a sus fuerzas para restablecer “la ley y el orden”?»

Imagina que tú y yo y muchos otros hemos sufrido un naufragio y nos encontramos en una isla rica en frutos de toda especie. Por supuesto, tenemos que ponernos a trabajar para recoger el alimento. Pero supón que uno de nosotros declara que todo le pertenece y que nadie podría tener un solo bocado, a no ser que primero pagase tributo por él. Nos indignaríamos, ¿no es verdad? Nos reiríamos de sus pretensiones. Si insistiera sobre ese asunto, tal vez lo arrojaríamos al mar, y le estaría bien merecido, ¿no es así?

Pongámonos en otro caso: nosotros mismos y nuestros antepasados hemos cultivado la isla y la hemos abastecido de todo lo que se necesita para la vida y la comodidad, y que llegara alguien y pretendiera que todo es suyo. ¿qué diríamos? No haríamos caso de él, ¿no es así? Podríamos decirle que compartiera con nosotros eso y que se uniera a nuestro trabajo.

Pero supón que insiste en su propiedad y que saca un trozo de papel y dice que eso prueba que todo le pertenece. Le diríamos que está loco y nos iríamos a nuestros asuntos. Pero si él tuviera un gobierno que lo respaldara, apelaría a él para la protección de “sus derechos”, y el gobierno enviaría a la policía y a los soldados que nos desahuciarían y que podrían “en posesión al propietario legal”.

Esa es la función del gobierno; esa es la razón por la que existe el gobierno y por la cual necesita leyes, policía y soldados, tribunales y prisiones.

Pero, ¿quiénes son la policía y los soldados que protegen a los capitalistas contra ti, contra el pueblo?

Si ellos mismos fueran capitalistas, entonces sería razonable que ellos desearan proteger la riqueza que han robado, y que intentaran conservar, incluso por la fuerza, el sistema que les da el privilegio de robar al pueblo.

Pero la policía y los soldados, los defensores de “la ley y el orden”, no son de la clase capitalista. Son hombres de las filas del pueblo, hombres que por una paga protegen el sistema mismo que los mantiene pobres. Es increíble, ¿verdad? Sin embargo, es verdad. La cosa se reduce a esto: algunos de los esclavos protegen a sus amos manteniendo a ellos y al resto del pueblo en la esclavitud.

De esto último sacamos que el “Capitalismo” roba y explota a todo el pueblo; las leyes legalizan y defienden este robo capitalista, y el gobierno usa una parte del pueblo para ayudar y proteger a los capitalistas en su robo a todo el pueblo.

«Lo que me acabas de explicar lo entiendo, pero: ¿Qué tiene que ver esto con la “Crisis”?», me preguntas, a lo que yo te respondo: Lo tiene que ver todo, pero este tema lo trataremos en el siguiente número de este boletín.

Este texto contiene partes literales o modificadas del libro; “El ABC del comunismo libertario” de Alexander Berkman.
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01 octubre 2012

Boletín Número 1


¡Compañeras!  ¡Compañeros!
[Parte 1 de 4]



Son tiempos difíciles los que nos están tocando vivir. Dicen los expertos que estamos en una “Crisis”, pero lo cierto es que cada día amanece con una noticia peor que la del día anterior. Nos dicen que los mercados no confían en nosotros, que sube la prima de riesgo, que se anuncian nuevos recortes, que habrá que pagar por algunos medicamentos, que las cifras del paro aumentan, que si sube la luz, el gas, el IVA...

Algunas de las personas achacan el problema a los políticos, dicen que ellos son los responsables, que cobran mucho y gastan el dinero público de forma indebida yendo a hoteles de lujo, usando muchos coches oficiales y guardaespaldas  para asuntos personales, que lo único que hacen es hablar y hablar pero que no resuelven nada. En este grupo también están los que defienden que la culpa es de los político que ejercieron su mandato con anterioridad al hacerlo estos de forma inadecuada y los que piensan que si el gobierno no se hubiera sometido a los altos poderes financieros, de los cuales hablaremos después, todos los problemas estarían ya resueltos.

Otras personas otorgan todo el mérito a las entidades financieras. Creo que no es nada nuevo que los bancos y cajas fueron, son y serán un negocio, no un servicio a la comunidad, y es por este motivo por el cual no nos debería sorprender que sus intereses sean totalmente contrarios a los nuestros. Pero su responsabilidad no les es otorgada por este motivo, ya que es de sobra conocido, sino que la cuestión es que estas entidades, en su afán de cosechar los mayores beneficios posibles, usaron de forma arriesgada y en muchos casos ilícita los bienes de su negocio, o lo que es lo mismo, arriesgaron un dinero que no era suyo y ahora las deudas los ahogan. Esto implicó que los gobiernos tuvieran, y tengan, que inyectarles capital para evitar que quiebren y pierdan todos los ahorros de los ciudadanos.

Conocido esto, ya podemos hablar de la existencia de otro colectivo, el que cree que el causante del mal que ellos padecen son los altos poderes financieros, ya que estos son considerados extremadamente necesarios por los gobiernos para poder financiarse y ayudar a los bancos, por lo que les prestan un capital con unos intereses altísimos y no contentos con ello, imponen políticas que reduzcan lo máximo posible el gasto público para así garantizar su inversión.

Y en cierto modo todos tienen razón, pero no dejes que estos árboles no te dejen ver el gran bosque que hay detrás. La cuestión no es encontrar un culpable para excusarnos en él o ellos y luego esperar a que por arte de magia todo vuelva a estar como antes de esta “Crisis”. Vamos a analizar el ¿Por qué?, para saber como resolver esta situación.

Hemos visto que el desencadenante de la situación en la que estamos fueron las operaciones arriesgadas de las entidades financieras. Pero, ¿podemos decir que este es el origen? NO, entonces ¿“el verdadero origen de esta situación está en el elevado endeudamiento de todos los agentes económicos, públicos y privados” como nos intentan hacer creer desde el Gobierno? NO. El origen está lejos en el tiempo, concretamente cuando la humanidad decidió, o una pequeña parte decidió por toda ella mejor dicho, vivir en un sistema llamado “Capitalismo”. No voy a hacer ahora un análisis del “Capitalismo”, pero sí os voy a dar unas nociones muy básicas.

En este sistema eres valorado únicamente por la cantidad de dinero que tienes, independientemente de todo lo demás. Es por ello que, para poder satisfacer las necesidades básicas y asegurarte tu bienestar, así como el de tu familia y allegados, tienes que conseguir la mayor cantidad posible. Entonces, ¿cómo puedes obtenerlo?

La respuesta es sencilla: si eres un trabajador tienes que encontrar un empresario, siendo los trabajadores los que construyen fábricas, hacen maquinaria y herramientas y producen mercancías y los empresarios los que se guardan las fábricas, la maquinaria, las herramientas y las mercancías para sí mismos como su ganancia. Entonces si tú trabajas para él, le das tu trabajo durante tantas y tantas horas al día o a la semana, él te paga por ello. Tú le vendes tu fuerza de trabajo e intelecto y él te paga con salarios. Los trabajadores tan sólo obtienen salarios.  De esta manera, con toda probabilidad serás un trabajador, ya que los que poseen fábricas, maquinarias, campos... son solo unos pocos comparados con el resto que tienen que trabajar obligatoriamente para estos capitalistas. ¿obligatoriamente? Sí, ya que si no trabajas para ellos no puedes obtener el tan codiciado salario para poder vivir. Con otras palabras, en este sistema estás condenado a ser un esclavo asalariado.

Entonces te preguntarás y preguntarás al sistema: «¿cómo puedo ser un empresario para poder vivir en una posición acomodada?» Y el sistema te responde: «tienes que estudiar mucho, trabajar muy duro durante toda tu vida, y cuando tengas una cierta edad, quizás puedas llegar a ser un empresario adinerado». O lo que es lo mismo, como todas las personas quieren poder satisfacer sus necesidades básicas y asegurar el mayor bienestar a los suyos, como desde pequeños en la escuela nos enseñan que para tener “éxito” tienes que superar a los demás para ser el mejor, como el sistema te dice que para ser el mejor tienes que ser tú, luego tú, y por último tú en el momento de tomar cada decisión, como en el trabajo tienes que ascender cueste lo que cueste para obtener un mayor salario... la respuesta que te da el sistema es que te comportes como un depredador, siendo las presas otros trabajadores que buscan lo mismo que tú, y, mientras tanto, estás beneficiando con tu trabajo y sacrificio al empresario.

Y entonces, ¿por qué no buscar juntos el bienestar propio y mutuo, mediante un esfuerzo conjunto, ayudándonos unos a otros en ello? ¿por qué tenemos que estafarnos y robarnos, matarnos y asesinarnos unos a otros, si todos buscamos la misma cosa? ¿no tienes tú derecho a las cosas que deseas lo mismo que el prójimo? ¿o acaso podemos asegurar nuestra salud, libertad y bienestar de una manera mejor luchando y matándonos unos a otros?

Pero tú sabes que no es eso lo que ocurre en la vida. «¿Por qué?», te pregunto, y tú respondes: «porque las fábricas, la maquinaria, los campos... pertenecen al empresario».  Pero si el empresario no construyó la fábrica, no trabaja en ella, no diseño ni construyó la maquinaria, no hizo aparecer la tierra que explotan los agricultores y de la cual es legalmente el dueño, al igual que lo es de la fábrica, maquinaria... ¿por qué todo eso es suyo?, ¿por qué no podemos nosotros los trabajadores utilizarlo de forma conjunta para asegurarnos un bienestar mutuo?...

«¡Porque el empresario sabe como tiene que funcionar todo! ¡sin él, los trabajadores estarían todavía en el sofá de casa mirando la televisión! Por ejemplo, ¿quién contrata a los Ingenieros para hacer un puente? ¡El empresario, sin él los trabajadores no sabrían ni por dónde empezar!», respondes de forma enérgica pensando que estas en lo cierto.

Pero la verdad es que estás totalmente equivocado, y te lo demostraré en el próximo número de “La Urraca Ácrata”, así que estate atento.

Este texto contiene partes literales o modificadas del libro; “El ABC del comunismo libertario” de Alexander Berkman.
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